La llegada de los invitados a la 87ª edición de los premios Oscar que se entregan en el Teatro Dolby de Los Ángeles, despertó como siempre, gran interés internacional. Todas las miradas estaban puestas sobre la alfombra roja y los primeros invitados no se hicieron esperar, si bien hubo ausencias que se hicieron notar como la de mi pareja favorita, formada por Bradt Pitt y Angelina Jolie o la de nuestra actriz más internacional Penélope Cruz.
Este año, lo más llamativo fue el contraste entre el áurea dorada que rodea estos premios, no hay más que fijarse en el color de la conocida estatuilla y los tonos metálicos que antagónicamente escogieron algunas de las actrices, apostando por los tonos plata y gris. Entre ellas se encuentra mi favorita y para mi la estrella que brilló con luz propia sobre la pasarela de los Oscars, Laura Dern con un espectacular Alberta Ferreti, sin duda el vestido que nadie podrá dejar de comentar. Laura, mostró una belleza natural, sin retoques, alejada del bisturí, estaba espléndida.
Triunfaron los tonos claros y luminosos, representados por los colores empolvados como el rosa, el verde o el naranja quemado. La mejor representante de esta tendencia, fue sin duda Gwyneth Paltrow con un impresionante y sencillo Ralph & Russo con llamativo detalle floral situado estratégicamente en la asimetría del hombro.
Contrastando con los tonos pastel, algunas de las celebrities, se decantaron por el rojo con más o menos acierto. La más impresionante fue Rosamund Pike, quien supo equilibrar el fastuoso tejido de su Givenchy, con la sencillez de su maquillaje, peinado y complementos, todo lo contrario que le ocurrió a Dakota Johnson, quien se estrenaba en la alfombra y si bien su elección, Saint Laurent rojo era sencillo y espectacular, tomaba demasiada importancia sobre su silueta menuda que se acentuaba más, con la desnudez de sus hombros.
También estuvieron presentes los clásicos y siempre actuales blanco y negro. Uno de los exponentes más explosivos y sexys, pudimos verlo sobre Jenna Dewan, mención aparte la conservadora imagen de Reese Witherspoon y la maravillosa naturalidad, siempre acertada de la consagrada actriz Meryl Streep.
Pudimos ver algunos vestidos joya, el más elegante sin duda, de la mano de Anna Kendrick; si bien el Calvin Klein de Lupita K´Ongo, era espectacular, las más de 6000 perlas incrustadas en el vestido hubiesen se hacían demasiadas sobre la menuda actriz y habrían lucido mejor sobre una mujer de curvas más marcadas o femeninas.
Las hubo que se desmarcaron y destacaron por las formas o colores escogidos, marcando un hito en la habitualidad de estos premios. El look menos afortunado y más sorprendente por el significante cambio de imagen que suponía fue sin duda el ofrecido por Scarlett Johansson.
Entre las parejas, cabe destacar las formadas por el actor Benedict Cumberbatch (D) y la directora Sophie Hunte, Eddie Murphy (D) y la modelo Paige Butcher, la elección de los caballeros con smoking blanco, merece una mención especial.
Contrastaba con el clásico smoking negro con el que pudimos ver a Edward Norton (L) acompañado de la productora Shauna Robertson, al igual que Channing Tatum, acompañado de una exhuberante Jenna Dewan
Los hombres también se prepararon para la ocasión y pudimos ver looks que se alejaban del clásico smoking (blanco o negro) y que saltaron a la pasarela de la mano de los más atrevidos; el más elegante y actual fue el que mostró el presentador de la gala Nail Patrick Harris acompañado por su marido David Burtka, seguido por Eddie Redmayne de azul noche. Los más extravagantes Jared Leto y David Oyelowo.
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